La comida no se tira
Esta frase ha sido protagonista en numerosas ocasiones en todas las casas. Pero ahora ha salido de nuestros hogares y se ha convertido en una cuestión de justicia social muy presente en la esfera pública: la Agenda 2030 de las Naciones Unidas pretende reducir al 50% el desperdicio de alimentos.
Aunque una parte del desperdicio se produzca en la distribución y venta de alimentos, es un mínimo porcentaje dentro de la cadena de suministro.
Más de un 30% de la comida que desperdiciamos desde el cultivo hasta que llega a nuestros platos, se produce en tan solo el primer paso. Por eso, es necesario el compromiso no solo de distribuidores y consumidores, sino de marcas y empresas de alimentación.
Así, Vicente Domingo, director del Centro Mundial de Valencia para la Alimentación Urbana Sostenible (CEMAS), sostiene que la alimentación y el crecimiento, sí o sí, deben ir vinculados a la dignidad. De quien lo consume, pero también de quien lo produce, lo transforma y lo asume. La gran luz al final del túnel debe tener forma de dignidad. Para alcanzar esa dignidad, esa justicia social y ambiental, la clave es el multilateralismo, considera Domingo. Una llamada de acción a todos los agentes de la sociedad, desde familias hasta administraciones, que componen el vivir (o el malvivir) de las personas.
«Podemos y debemos erradicar el sufrimiento alimentario. Nos va la vida y la salud en ello»
Nerea Basterra, Responsable del Área de Sector Privado en Oxfam Intermón