La empatía, la colaboración social, el valor de la cercanía, el sentido de pertenencia. Tras los primeros estragos que la pandemia del COVID-19 ha dejado en nuestras emociones, hemos de ser capaces de identificar los principales aprendizajes que estos meses nos han regalado: lo que de verdad importa, lo esencial.
La familia, la salud, lo natural y lo cercano. Nuestra escala de valores ha cambiado, pero nuestra empatía por la situación de nuestros vecinos y nuestras ganas de colaborar para formar parte de la solución no han hecho más que crecer.
Una de las principales preocupaciones que tenemos hoy es la difícil situación económica a la que nos vamos a enfrentar. El 70% de los españoles mostraba preocupación por la supervivencia del comercio local, mientras 2 de cada 3 personas han comenzado a comprar en comercios pequeños¹.
El consumo de alimentos producidos a nivel local ya era una tendencia antes. Pero, hoy, esta tendencia no solo ha aumentado, sino que los motivos de ese cambio tienen un trasfondo social. El consumo local, de proximidad y de temporada es parte de la solución para reactivar la economía desde el consumo y generar comunidades más sostenibles, que resistan mejor a las crisis.
Ahora más que nunca, debemos cuidar nosotros a las personas que están detrás. Se lo debemos. La producción y el consumo local deben mantenerse en el tiempo y, nosotros, como ciudadanos, debemos informarnos y apoyar a estas personas con cada compra que hagamos: cada vez que comemos y bebemos, elegimos el mundo en el que queremos vivir.
La producción local es fundamental para promover la creación de empleo a lo largo de la cadena de valor del sector alimentario. El consumo local es esencial para impulsar que muchos de los pequeños comercios que existían se puedan mantener abiertos.
Con la ambición de aportar valor a la revolución alimentaria, Danone lleva mucho tiempo promoviendo este modelo, que ahora es más necesario que nunca.
Este modelo contribuye a fijar población en el mundo rural y a luchar contra el fenómeno de la España vaciada. Promueve la creación de empleo y es sostenible a nivel ambiental, pues la cercanía minimiza la huella de carbono.
Las personas siempre serán lo más importante. Por ello, también promueve el concepto de granjas con relevo generacional, para así evitar que el mundo rural desaparezca. Ofrece formación técnica y relaciones contractuales a largo plazo a los ganaderos, para aportarles seguridad y garantías y así evitar que se vayan.
Como sociedad, tenemos el gran reto de no olvidar lo aprendido, de no perder esa empatía. De transformar los aprendizajes de estos últimos meses en un nuevo modelo de producción y consumo, para no dejar a nadie atrás y seguir cuidando a quien nos cuida.