El director de Campañas de Greenpeace, Julio Barea, explicó que la norma va en la buena dirección, aunque pone algunos peros: «El diagnóstico es casi acertado, porque no tenemos datos auditados de la magnitud del problema. Y es que el problema es precisamente el mal uso de esos plásticos. Los vamos a seguir utilizando, pero tenemos que cambiar el uso y el abuso, especialmente en los envases de usar y tirar». El ecologista apuntó que la ley traspone varias directivas, pero tiene que ser más ambiciosa. «Tenemos leyes recientes como las de Baleares o Navarra, que apuntan más alto que la estatal. Si bien está en tramitación parlamentaria, aún se puede mejorar el articulado en muchas cuestiones que nosotros vemos que deben mejorar para llegar a esa circularidad que busca el propio Gobierno», añadió. Una circularidad que tanto la administración como las empresas deberían ver como la oportunidad para regenerar la economía y el empleo, para «resetear el sistema».